Es generalmente admitido que los históricamente los pueblos y las culturas construyen con los materiales existentes en la zona, bien por la no disponibilidad de otros en las proximidades o bien porque su extracción y fábrica son tan costosos que hacen recomendable emplear soluciones más económicas.
En Castilla cuando descendemos de los Montes Carpetanos la piedra va perdiendo presencia hasta llegar a los valles y vegas de los ríos, con terrenos arcillosos y limosos, donde tradicionalmente se ha construido con barro, o más tardíamente y solo para edificios de importancia, con cerámica.
En el caso concreto de la provincia de Guadalajara, al ser tan accidentada, la piedra es omnipresente en la Serranía y el Señorío de Molina, dándose también en los páramos de la Alcarria debido a la aspereza del clima. En la Campiña, en cambio, al tratarse de tierras fértiles de vegas y valles con suelos arcillosos, el rey indiscutible de la arquitectura tradicional es el barro.
Casa tradicional en adobe y tapial en Matarrubia
Sin embargo el barro, que posee unas buenas propiedades refractarias y no se comporta mal estructuralmente, carga sobre sí un estigma psicológico que está llevando el patrimonio de la arquitectura tradicional de la Campiña a la extinción: es visto como el símbolo de la pobreza. Yo prefiero considerar que es símbolo de la austeridad castellana y la adaptación al medio, pero es cierto que la visión del barro como material pobre y sus construcciones como algo incómodo no adaptado a las necesidades y estándares modernos lleva a los propietarios de viviendas de adobe o tapial a derribarlas intencionadamente para levantar en su lugar casas de ladrillo, todas fotocopiadas y en ocasiones sin respeto alguno por el medio humano y cultural en que se construyen.
Arquitectura tradicional en adobe y madera en Uceda, fotografiada por José Serrano Belinchón en 1982
También es cierto que es preciso conocer algo para valorarlo. Por ello la labor a realizar en la concienciación social sobre las estructuras de adobe y tapial en Guadalajara es ímproba. Las gentes de la provincia y los turistas están encantados de la vida cuando visitan los pueblos negros de la Serranía, con sus casas tradicionales en pizarra, o el itinerario Sigüenza-Atienza, con sus fuertes casas de piedra. Normalmente alaban ese esfuerzo por conservar el patrimonio tradicional, con frases del tipo “hay que ver qué bien conservado lo tienen todo”, “el pueblo está precioso”, etc, para acto seguido, volver a la capital y ordenar tiempo después el derribo de las casas de sus antepasados en adobe, por incómodas, sucias y, al cabo, pobres.
Vista anterior en la actualidad (Google Maps, 2013)
Me pregunto si el proceso en que nos encontramos es, en primer lugar, frenable; y en segundo lugar, reversible. Hoy en día nadie construye en un pueblo negro si no lo hace en estilo tradicional y reviste la casa de pizarra. El proceso de deterioro no solo se frenó hace años, sino que ahora la salud de la arquitectura tradicional en esas zonas es envidiable, por la aportación de las nuevas construcciones y rehabilitaciones.
Al final probablemente la razón más fuerte para el común de los mortales es la monetaria (conservar los pueblos en su arquitectura tradicional los convierte en bellos, trae turismo, y el turismo es dinero), pero en cualquier caso, lo que importa es el resultado.
Para finalizar estas palabras quiero al menos refutar la idea del adobe como material “pobre”. Ahí están las antiguas civilizaciones de Babilonia, Asiria y Egipto, junto a las culturas históricas de áfrica. Para muestra del improbable lector, algunos botones.
Templo de Nimhan, Babilonia (Irak)
Ksar Ouled Soltane (Túnez)
Iglesia de Nuestra Señora de Andacollo (Chile)
Casa-torre de tapial en Wadi-Dhar (Yemen)
Oasis de Siwa (Egipto)
Arquitectura en tapial y adobe en Sad'ha (Yemen)
Gran Mezquita de Djenné, construida enteramente en tapial (Mali)