Un zángano en el palmeral
A LA BASURA
La suerte del ser humano oportunamente en peligro, deviene en fortuna, cuando otro hace donación de sí. No es una fórmula infalible, pero, cada vez más, en ciertos aspectos de la vida, resulta. Es detalle de solidaridad, de generoso desapego y se manifiesta de manera especial en casos de indisposición grave. Hombres y mujeres ofrecen su sangre, sus órganos, su cuidado, y otros, a causa de todo ello y de la intermediación de los facultativos, se reenganchan a lo cotidiano sin trabas.
Sucede con unos costes, nunca originarios de lucro. Se Salda con la asignación presupuestaria que, gracias a los impuestos, existe. Y es así como debe ser, independientemente de la iniciativa privada empresarial... Bien, es muy probable que se me tache de estrafalario polemista o de vocero sin escrúpulos por lo que viene ahora, pero, si los mencionados actos de salud son ejemplo de fraterno proceder, también se es solidario al adoptar costumbres que sirvan para mejorar la convivencia, logrando un entorno más limpio. Por eso, y porque las normas que nos hemos dado lo recomiendan, separamos la basura apartando vidrio, cartón y papel, plásticos y desechos orgánicos. Entonces, ¿qué clase de contribución es esa que nos invita a dar lo que no nos sirve para que otros logren un beneficio económico con ello? Para que saquen tajada, en definitiva… Leo en GUADAQUÉ: “El Ayuntamiento de Cifuentes sigue avanzando en la implantación y la promoción del reciclaje en el municipio. Recientemente se ha instalado, en colaboración con la Mancomunidad Riberas del Tajo, un contenedor para la recogida y reciclaje de aceite vegetal de uso doméstico en la Plaza Santa Ana de la localidad”... Y, pregunto, los ciudadanos de la plaza dicha, de cuyo río recibe nombre, al corriente del pago de la tasa de basuras correspondiente, sabiendo que, en este caso, el aceite que depositan en los contenedores habilitados por el consistorio, será recibido por empresas que lo volverán a poner en el mercado para los usos que convenga y, por lo tanto, a obtener beneficios de esas operaciones, sin recibir, digo, los contribuyentes a cambio, siquiera una rebaja en los impuestos que pagan religiosamente, ¿se sentirán contentos o burlados? A mí, que pago lo que toca, cada día que pasa se me pone aún más cara de tonto. Y un zángano tonto ya es el colmo… Porque todavía, que yo sepa, no se ha explicado que las toneladas de vidrio, los kilos y kilos de cartón, los componentes electrónicos, los metales, el plástico que se desecha y forma parte de un nuevo ciclo en la cadena de consumo, así pues, riqueza que genera riqueza, resulten en parte, la que sea, beneficio también para los ayuntamientos que los distribuyen y, de esta forma, para los vecinos del lugar. Y si nadie lo ha explicado, se puede pensar que no tiene explicación. O que la explicación es tan simple como que uno paga por su basura antes de que la basura lo sea- tasas, por ejemplo, por una lavadora que se retirará cuando dentro de dos días concluya su uso- que paga las tasas municipales que sean menester y que paga de nuevo porque no recibe suma alguna del beneficio que genera la querida basura… Sí, parece un trabalenguas, pero no. Con cosas así, mando a la basura al picudo rojo a ver si lo reciclan en bella libélula y a los del negocio este del reciclaje, a ver si actúan reflexivamente para comparecer de nuevo como fértil huerta de repollos. Por ejemplo.