Pie a tierra

Adiós Madiba

Si vieras, Madiba, la que se ha liado tras tu muerte. Diez días de funerales y homenajes a tu persona y a lo que lograste en tu país. Diez días de merecido reconocimiento.


Diez días de unanimidad, en los que los discrepantes (que los hay) no se han atrevido a disentir de la opinión general (ni siquiera algunos tertulianos que se les veían las ganas). Qué bueno que haya personas como tú que hacen hablar a la inteligencia y callar a las vísceras, que sacan lo bueno de cada uno y hacen que se oculte lo peor.
Si vieras  qué celebraciones, con más de cien “dignatarios” de todo el mundo homenajeándote como “una de las personas que ha cambiado la Historia”. Medios de comunicación de todos los países retransmitiendo los actos en directo. Todo el mundo mirando a tu país, pendiente de vosotros.

Si vieras a Raúl Castro y Obama estrechándose las manos. Tus mujeres abrazándose.
Todas las religiones juntas…

Si vieras la tribuna de un campo de fútbol repleta de líderes mundiales, con sus trajes oscuros y su seriedad, en contraste con tu pueblo, colorido, alegre, cantando y bailando. Qué diferencia. Eran ellos los que parecían los negros, tristes y oprimidos, mientras que tu pueblo se mostraba feliz, libre, alegre… ¡Qué cosas!

Si vieras, Madiba, qué discursos; qué cosas más bonitas decían de ti; cómo alababan tu obra, tu vida, tu lucha…
Y si vieras, Madiba, qué hipocresía. El presidente de los EEUU reconociendo que en su juventud le movilizó el hecho de que te llamaran terrorista y te encarcelaran. Y ahora es él quien llama terroristas a sus enemigos para justificar sus bloqueos a países disidentes, sus cárceles inmundas y los asesinatos selectivos con aviones no tripulados.

Qué hipocresía, Madiba, la de los jefes de estado y gobierno que ponían cara de circunstancias y elogiaban a quien acabó con el apartheid, mientras en sus países avanza el racismo, la xenofobia, la intolerancia, las diferencias entre ricos y pobres… ante su indiferencia o complicidad.

Si vieras, Madiba, a los representantes de mi país hablando maravillas de tu persona y tus logros en la defensa de la igualdad de las personas, ellos que defienden y justifican la instalación de cuchillas para que tus hermanos negros africanos no entren en nuestro país o que hacen todo lo posible para que los inmigrantes que ya están aquí se vayan, incluso negándoles la atención sanitaria.
Y legislan para aumentar la diferencia entre ricos y pobres.

Y revisan las leyes para dificultar la salida de la cárcel de unos o la entrada en ella de otros, según les convenga.
Y cambian las leyes para perseguir severamente a todos aquellos que muestren sus discrepancias en la calle, al mismo tiempo que alababan tu rebeldía ante la injusticia. Qué hipocresía, Madiba.

De todo esto me quedo con la alegría y la felicidad de tu pueblo. La dignidad con que cantaban, bailaban y se mostraban al mundo. El cariño con que te recuerdan. Lo demás, mejor olvidarlo cuanto antes. Y a esperar que los otros, de vuelta a sus países, reflexionen sobre sus contradicciones. Ojalá hubiesen aprendido algo.

Llega Dios
El agua envenenada