Aviso Gorra

Felices Ferias y Fiestas

 

Después de 34 años ininterrumpidos por mí, aunque si dos por la pandemia, viviendo y contando el chupinazo de la Ferias y Fiestas de Guadalajara, esta que suscribe, ayer lo tuvo que hacer en diferido, porque las circunstancias obligan. No son circunstancias de salud, no se me preocupen los amigos, ni bailen mis enemigos sobre mi tumba antes de tiempo, que los problemas de salud los vamos toreando con buen temple y muy buena atención de los profesionales sanitarios. Son otras circunstancias que no vienen al caso explicar ahora.

Chupinazo de peñas pues en diferido para mí, aunque esta vez si era directo del medio, que me lo servía Guadalajara Media. Y es que algo bueno tiene que tener, el hecho de que el Ayuntamiento de Guadalajara tenga un medio oficial,  que ya pagamos todos, aunque lo malo sea que esto supone un trampolín para el pensamiento único. Y lo digo desde mi sincera admiración hacia los enormes profesionales de este medio, como Rosa, al igual que desde mi crítica hacia una dirección que tantas veces olvida los principios básicos del periodismo. Pero eso es otra historia, que no viene al caso debatir ahora.

Y ahí estaba yo con el chupinazo en diferido, embriagada por la nostalgia y dispuesta a celebrar en la distancia, aunque junto a la alegría contagiosa de las peñas me colgaba una lagrimilla. Qué jóvenes veía a los peñistas y que joven veía a José Maria Bris, porque ya era así cuando empecé a narrar las fiestas y anda que no ha llovido...

Entre todas las imágenes retransmitidas, mi mente se quedó enganchada con la foto de un alcalde y tres excaldes en el balcón, y aunque me faltaba Blanca Calvo, empecé a procesar en el recuerdo tantas Ferias y Fiestas agotadoras, en las que siempre he trabajado contando lo que pasaba, y también al tiempo, me divertía.

Peñas que te acogían con los brazos abiertos y otras que te daban la queja y la pegatina, por pasarte de lista al informar. Noches enteras en vela o con un par de horas de sueño, dando cobertura desde el encierro a los toros de fuego y vuelta a empezar.

Un diario en papel, lo que siempre anhelaba el periodismo de Guadalajara, a las puertas de la plaza, que se inventó con el Dos Mil, copió la Nueva Alcarria y también copió esta servidora, cuando creó Guadaqué, y que Guadaqué mantuvo hasta que se pudo y aguantaron los anunciantes.

Cientos de becarios que han pasado por mis manos para contar las ferias. Los hubo que se colaron como corredores  en el encierro, que se enamoraron de la reina de las fiestas, que se traían amigo para escribir las crónicas a cuatro manos, porque veían doble, y que saltaron como espontáneos a algún escenario.

Muchas procesiones acompañando a la patrona y viendo crecer a esos niños niñas  alcarreñas que de repente son padres y tienen relevo en el traje tradicional.

Conciertos en la plaza de toros, en la Concordia, en el Auditorio ya desaparecido junto al antiguo ferial, en el Auditorio del Alamín, en el campo de fútbol, en el Buero Vallejo, y en la Fuente de la Niña. Miguel Ríos, Julio Iglesias, Mecano, Norma Duval, Alejandro Sanz, Camela jóvenes, Camelas viejos, Rozalén, Ara Malikian, y otros muchos que ni llegué a memorizar.

Corridas con orejas, sin ellas, y hasta con algún torero desorejado. Con lluvia o asándonos al sol. Y hasta con toro saltando al callejón. Siempre con crónicos taurinos que tenían su pluma más afilada que la espada del matador.

Encierros dramáticos, como el del 92, y el famoso tapón a la entrada de la plaza de toros y otros en los que llegó a peligrar la vida de la fotoperidista, sujeta solo con las piernas a las talanqueras y colgando de ella varios mozos asustados.

Teatro, verbenas, verbenas de jubilados, jotas, estatuas vivientes, juegos tradicionales, concursos de albañilería, tenis, padel, hípica, la milla, muchos gigantes y cabezudos y mucha paella de peñas que algunos años fue incluso caldereta.

Morcillas y pancetas en el ferial, la muñeca chochona y el tractor amarillo, la tómbola de Cáritas y el bingo, y esos eternos coches de choque, donde volverse a enamorar.

Con todo esto agolpado en la memoria, repleto de rostros de Guadalajara y experiencias personales, y hasta de gente que ya no está,  no quiero dejar de desearos Felices Ferias y Fiestas de Guadalajara a todos, y sumarme a disfrutar porque hay que celebrar la alegría de la vida, y para eso son las Ferias y Fiestas, no para mayor gloria de ningún político, pero eso, es otra historia, que no viene a cuento ahora.

Lo dicho, Felices Ferias y Fiestas de Guadalajara, a pasarlo bien y que no haya nada que las enturbie.

PD: Me falta el pañuelo morado de estas Ferias, por favor, si alguien de la corporación se apiada de mí, me gustaría completar mi colección con el pañuelo de este año.

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