Historia de Guadalajara
LA HISPANO, ORGULLO INDUSTRIAL DE LA GUADALAJARA DEL SIGLO XX
A principios del siglo XX la ciudad de Guadalajara era un municipio agrícola con pocas esperanzas de subirse al tren del progreso que asomaba tímidamente en España. Mientras otras ciudades veían cómo una incipiente industria permitía mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y atraer población de otros lugares, la capital alcarreña seguía, para variar, sumida en el olvido. La situación, sin embargo, iba a cambiar radicalmente gracias a la iniciativa de nuestro cacique por antonomasia, el conde de Romanones, que en aquellos años era presidente del Consejo de Ministros, y que aportó su influencia y sus nada desdeñables dotes de persuasión para que llegara a Guadalajara una industria puntera que revolucionó durante dos décadas el panorama económico de la ciudad.
En aquellos años el mundo estaba sumido en la I Guerra Mundial, que desangró a las grandes potencias europeas. España, que bastante tenía con mantenerse a flote, permaneció neutral en el conflicto, lo que ayudó a que su economía prosperara, pues pudo aumentar sus exportaciones a los países en contienda, especialmente de material bélico. En esta situación, el gobierno de la nación consideró que había llegado el momento de desarrollar en el centro del país una industria pesada con capacidad de ser militarizada si la situación internacional empeoraba.
Para llevar a cabo este proyecto, Romanones fijó sus ojos en la empresa Hispano Suiza, que era una multinacional con sedes en Francia y en Barcelona famosa por la fabricación de coches de lujo, motores de aviación, o chasis para camiones, entre otras cosas. Presionó a sus dueños para que instalaran en Guadalajara un nuevo centro en el que se fabricarían automóviles y material de guerra. Evidentemente, los propietarios de la empresa, sintiendo la presión del gobierno y la Corona, decidieron aceptar, y en 1917 se constituyó formalmente “La Hispano S.A.”.
Para la construcción de la nueva fábrica se eligieron unos terrenos cerca del Henares y de la estación de tren, en lo que sería el germen del actual barrio de la Estación, y en 1918 se puso en marcha, siendo inaugurada por todo lo alto en 1920 por Alfonso XIII. Comenzó su producción con 400 trabajadores, llegados de las factorías que tenía la empresa en Barcelona y Santander, a los que se sumó personal local que tenía cierta experiencia en mecánica. Para poder formar a los nuevos trabajadores, el ayuntamiento tuvo que crear la Escuela Municipal de Artes y Oficios, que tendría en el futuro una gran relevancia para la vida local.
La empresa llegó a emplear unos dos mil trabajadores en sus mejores tiempos, en un momento en el que la población de Guadalajara apenas llegaba a 20.000. Eso sin contar con los empleos indirectos de toda la industria auxiliar y empresas de servicios que cubrían las necesidades de La Hispano alcarreña. Es decir, que el impacto de la fábrica en Guadalajara, por hacer un símil actual, fue mucho mayor que el que ha tenido Renault en Valladolid o Seat en Barcelona, pues una gran cantidad de arriacenses acabaron viviendo, de una manera y otra, gracias a la nueva factoría. En una ciudad donde la principal actividad económica hasta ese momento seguía siendo la agricultura, podemos imaginar que el cambio en la economía local y la vida cotidiana fue enorme.
Su producción se centró en camiones, tanto para uso militar como civil, automóviles de lujo, motores, y material de guerra como ametralladoras o aeroplanos. Sin embargo, la filial alcarreña de la Hispano nunca estuvo a salvo de los problemas financieros ni de los vaivenes políticos. Tras el apoyo inicial del gobierno, las ayudas públicas desaparecieron, y tuvo que reorganizar la producción, pasando en la década de los 20 a fabricar turismos, camiones militares, o aviones de pequeño tamaño. En los años 30 la situación fue complicada, porque la fábrica fue comprada por la Fiat, en una operación en la que estuvo detrás la mano de Mussolini. El gobierno de la II República no quiso desde ese momento ayudar a la empresa, por las evidentes connotaciones fascistas de los nuevos dueños. A pesar de las dificultades, de sus talleres salieron vehículos de gran prestigio, como el modelo ligero de 8/10 caballos de 1918 o más tarde, en 1935, el llamado Hispano-514: el primer vehículo nacional producido en serie, que podía alcanzar velocidades de 85 Km/h, con 28 caballos de potencia y cuatro velocidades. Todo un lujo para la época.
Durante la Guerra Civil la fábrica, al igual que el resto de la ciudad, sufrió los brutales bombardeos del bando sublevado, por lo que su personal tuvo que ser trasladado a otras localizaciones para continuar su trabajo, centrado entonces en la reparación de vehículos y aviones de guerra para la contienda. Tras la guerra, Guadalajara fue castigada por los vencedores, que nunca olvidaron que la ciudad se había mantenido fiel al gobierno, y que en sus cercanías se había producido la primera derrota del fascismo, de repercusión internacional. Bajo el nuevo régimen político se extinguió la línea de producción de automóviles y camiones, y la sección de aviación se trasladó a Sevilla, lo que obligó a muchas familias de trabajadores a emigrar a la capital andaluza para mantener su sustento. Finalmente, la factoría fue vendida al Estado, que puso muy poco interés en sostener la actividad necesaria para mantener a la plantilla.
Se inauguró así un panorama muy gris para la ciudad en materia laboral, que duró hasta que en 1960 el gobierno declarara Guadalajara como Polígono de Descongestión de Madrid, creándose el polígono del Henares. En 1946 lo que había sido una industria puntera ya solo servía para la reparación de vagones de ferrocarril de RENFE. En 1978 el edificio echó el cierre definitivamente, iniciándose el lento pero inexorable declive de unas instalaciones que una ciudad como la nuestra no debería permitirse el lujo de echar a perder. Pese a las promesas de los distintos partidos políticos, el singular edificio de la Hispano sigue abandonado y amenazando ruina. Un elemento más de nuestro patrimonio que puede desaparecer en cualquier momento.