Pie a tierra

“Mens plana in corpore sano”

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Hace días me interesé por una polémica derivada de un examen para bomberos. Una prueba de ortografía había eliminado al 60 % de los aspirantes, que no entendían por qué se le daba tanta importancia a esta disciplina. Hubo opiniones para todos los gustos, pero me parecieron más los que defendían que era más importante para un bombero, por ejemplo, estar en buena forma física que la ortografía. El hecho es que buen número de ayuntamientos han quitado ya estas pruebas.

También el Ministerio de Interior suprimió de las pruebas de selección para la escala básica de la policía nacional una que había eliminado a la mayoría de los casi 19.000 opositores que habían superado las pruebas físicas. Era, de nuevo, la ortografía. La catástrofe fue tal que los aprobados no llegaban “ni de lejos” a las 2.615 plazas convocadas. Y, de un plumazo, eliminaron la prueba ortográfica y pasaron casi todos.
Estos casos han despertado una idea que rondaba en mi cabeza desde hace meses: el equilibrio entre el cuidado del cuerpo y de la mente.

A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido sociedades que han valorado por encima de todo la formación de la mente y otras en las que ha primado la fuerza muscular sobre la mental. Veo síntomas de que estamos entrando en una de estas últimas.

Considero el cuidado del cuerpo y el gusto por el ejercicio físico como uno de los avances más importantes de este siglo recién estrenado. Hacer deporte está de moda, cada vez se valora más, lo que se traduce en una sociedad más sana.

Los padres estimulan a sus hijos y los apuntan a actividades extraescolares deportivas.

Los jóvenes se pasan el día corriendo, jugando al fútbol o con la bici.

Los mayores pasean, nadan y van al gimnasio.

Las mujeres asisten a pilates, aerobic, zumba…

Todos se esfuerzan día a día en el cuidado de su cuerpo y de su salud. Pero, al mismo tiempo, creo que asistimos a una merma del cuidado intelectual.
Cada vez se lee menos; la mitad de la población nunca lee libros.

Los gimnasios están sustituyendo a las bibliotecas.

El pasado diciembre Juvenalia, la feria dirigida a la juventud para orientarles en la ocupación del ocio y el tiempo libre, presentaba cientos de stands dedicados a juegos, nuevas tecnologías, ciencia, Tv, deporte… pero no había ni uno que ofreciera libros.

La tendencia a la devaluación de la ortografía la considero otra muestra de la escasa importancia que se le da a la educación, a la formación intelectual. Que una palabra se escriba con b o con v, con h o sin ella no parece que preocupe a nuestros coetáneos, entre ellos a muchos jóvenes. Se hace patente en las nuevas formas de comunicación. Y, por extensión, tampoco interesa lo relacionado con la formación en general, como el latín, la filosofía, los deberes escolares, el abandono escolar…

Creo que los clásicos acertaron cuando defendían el equilibrio entre el cuidado del cuerpo y el de la mente; el ejercicio físico como un complemento fundamental para tener una mente sana.  La formación intelectual se consigue trabajando todos y cada uno de los aspectos de nuestra inteligencia. La lógica, la expresión, la comprensión, el razonamiento… se trabajan, se entrenan con las matemáticas, la lengua… y la ortografía, que no sólo es importante para saber la correcta forma de escribir. Hay otros asuntos que fortalecemos con esta materia: la observación, la atención, la disciplina… son aspectos que no se deberían olvidar en la formación de un bombero o un policía.

Es preciso trabajar todas y cada una de las capacidades mentales como se trabaja todos y cada uno de los músculos. Si se devalúan o se suprimen las pruebas que ayudan a evaluar el nivel de entrenamiento de todos estos aspectos de nuestra mente conseguiremos bomberos o policías esculturales pero con otras facultades importantes mermadas. Me parece importante cuidar nuestro aspecto, pero no debería ser lo fundamental. Conviene no olvidar que las faltas de ortografía también son imagen.

El cuidado del cuerpo por el cuerpo, la relajación del cuidado de la mente pueden traer además consecuencias fatídicas para la sociedad. Es más fácil engañar y manipular a un pueblo inculto e ignorante.
Viene a cuento la fotografía de esa pintada que vi en Lugo la semana pasada…

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