Pie a tierra
Mofetas
Nuevo escándalo de corrupción y vuelve a ponerse en marcha la maquinaria de confusión a la que ya nos tienen acostumbrados. Es lo único que se hace frente a esta marea negra: confundir a la gente para minimizar el problema, que los malos se escapen y que todo siga igual.
Empezarán, como siempre las evasivas, los recordatorios de que todos tienen corruptos, los “y tú más” cuando se pidan explicaciones, coreados por los aplausos eufóricos de su bancada, como si eso sirviese de explicación; volverá el ventilador, para intentar difuminar el problema extendiéndolo a los demás, para confundir a la gente y que termine diciendo “todos son iguales”. De nuevo “los suyos” intentarán justificar lo injustificable y “los otros” cargarán ferozmente contra ellos para que hagan lo que ellos no hacen con los de su casa. Una vez más el victimismo (“nosotros somos los principales perjudicados”) sustituirá a la contundencia necesaria. Como si no entendiesen que no perjudica lo que hagan los tuyos, lo que te perjudica es que sigan siendo de los tuyos después de lo que han hecho. Pero tienen que taparse unos a otros. Y sembrar la confusión.
Volverán a mezclar, para su conveniencia, los ámbitos político, judicial y social. Aparecerá de nuevo la vergonzosa manipulación del concepto de imputado, utilizado a su antojo para pedir la cabeza de unos y justificar la permanencia en sus escaños de otros.
De nuevo culparán a la opinión pública, a la gente de hacer “juicios paralelos”, de condenar antes de que haya sentencia de los jueces. Esto es el colmo de la desvergüenza y de la confusión: la Justicia, la Política y la Sociedad llevan ritmos distintos, tiempos distintos, métodos distintos, criterios distintos… y mezclarlos como están haciendo es engañar a la gente.
La Justicia solo puede actuar ante hechos probados y, además, siguiendo unos métodos establecidos. Por ejemplo un juez puede dejar libre de cargos a un delincuente por defecto de forma, por prescripción del delito, por haber obtenido las pruebas de forma ilegal, por no poder demostrar fehacientemente los delitos imputados… Tiene que ceñirse a unas leyes, que podrían ser otras, pero son las que son porque no interesa cambiarlas.
La opinión pública, sin embargo, se mueve por otros parámetros: el sentido común, la experiencia, la ética. Así, si uno ha robado, aunque sea hace muchos años, es un ladrón y no prescribe. Si una conversación telefónica demuestra un crimen, aunque se haya obtenido por métodos poco ortodoxos, será un criminal. Si te veo quitarme la cartera serás para mí un ladrón toda la vida, aunque el juez te deje libre por falta de pruebas. Son ámbitos distintos, con criterios distintos y conclusiones distintas. Son juicios diferentes, paralelos, sí, pero ambos correctos y necesarios. Manipularlos y mezclarlos para beneficiar a los malos es, sencillamente, sembrar la confusión.
Y aún hay más. A la confusión surgida de mezclar el ámbito judicial con la opinión pública hay que añadir además el ámbito Político, independiente según la Constitución del Judicial y que, por lo tanto, se rige también por parámetros diferentes, por criterios diferentes. Pero los mezclan. Para confundir. Esperan a la decisión de los jueces para tomar medidas políticas. Durante los años que duran los procesos, los implicados siguen calentando sus escaños con su culo corrupto, esperando a ver si la rigidez de la actuación judicial, les sirve también para esquivar sus responsabilidades políticas.
Y es diferente. Aquí tampoco la prescripción, ni las pruebas obtenidas de forma ilegal ni los defectos de forma eximen de la responsabilidad política. Quien robó aprovechándose de ser alcalde, diputado o ministro, debe dimitir desde el mismo momento en que sea sospechoso e inhabilitarse automáticamente y por tiempo indefinido de la gestión de lo público, sin esperar a lo que diga la Justicia.
El responsable de un partido político, de un sindicato, de un Ayuntamiento… debe dimitir si en su organización se han producido irregularidades. Si lo sabía, por consentirlas; si no lo sabía, por ignorarlas.
No es lo mismo responsabilidad jurídica que responsabilidad política o social y mezclar los tres ámbitos es jugar al despiste, confundir.
Como hacen las mofetas: sueltan “lastre” para atufar a sus atacantes y huir aprovechando la confusión. Y escaparse, se escapan; pero como diría José Mota: ”No pasa “na”, pero oler, huelen”.
Apestan.