Pie a tierra
Nubes tóxicas e irritantes
Cada vez son más los frentes nubosos que atraviesan nuestro país de punta a punta y siembran de toxicidad y de irritación a todas las personas de bien (que no son todas). Me irrita que el gobierno ponga tantos obstáculos a la generalización de un medicamento para salvar las vidas de muchas personas afectadas por la hepatitis C. Nunca pensé que mi país podría caer tan abajo. Dejar morir a la gente por ahorrar dinero.
Me envenena la sangre ver cómo se echa de sus hogares a miles de personas solo porque no pueden hacer frente a unas hipotecas suscritas con unos bancos usureros que atracan continuamente las arcas del Estado con la connivencia del gobierno. Más me irrita cuando veo además cómo las excavadoras derrumban esas casas recién desahuciadas, al más puro estilo judío.
Me irrita también, en lo más profundo de la inteligencia, oír a un ministro exigiendo a Grecia que devuelva el dinero que les prestamos porque lo necesitamos para nuestra sanidad, nuestra educación y nuestras pensiones. Han tenido cientos de oportunidades de demostrarnos su preocupación por esos aspectos sociales y, sin embargo, todas las medidas que han tomado han sido para recortarlos, desprestigiarlos o desmantelarlos.
En caso de no haberles prestado ese dinero a los griegos, nuestros gobernantes, como siempre, lo habrían dedicado a “salvar” bancos, que es lo único que de verdad les ha preocupado hasta ahora. Ya está bien de utilizar las desgracias de los más pobres para justificar sus argumentos y sus políticas de empobrecimiento a las que nos están sometiendo. Ya está bien de demagogias y mentiras, tóxicas e irritantes.
Y, hablando de empobrecimiento, irrita e intoxica al máximo oír al presidente del gobierno decir que no conoce ese país que le “cuentan” cuando Cayo Lara le expone los datos de un informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, que refleja el aumento de la pobreza, el crecimiento de la desigualdad social, la pobreza infantil, “los dramas” que están pasando millones de personas en este país. Que el presidente de todos los españoles ignore todo esto y se encierre en su país de Jauja, poniendo siempre el acento en las cifras macroeconómicas, intoxica e irrita.
En el caso de que no lo ignore y mienta, irrita mucho más.
Como irrita e intoxica oír ahora a Rajoy decir que el problema griego no es la deuda, sino el estancamiento económico. No me lo puedo creer y me quema por dentro. Que diga eso quien ha estancado nuestra economía, destruido cientos de miles de empleos, arruinado miles de pequeñas empresas y autónomos, permitido el desahucio de cientos de miles de personas y empobrecido a las clases media y baja, solo por su obsesión con la deuda, especialmente la bancaria, me produce náuseas, me afecta a la salud, me intoxica, me irrita.
No puede tener futuro un país en el que sus gobernantes se dedican a irritar e intoxicar a sus ciudadanos.
Necesitamos un viento fuerte y fresco que arrastre todos estos frentes nubosos, tóxicos e irritantes, y traiga un anticiclón que dé a este país la calma y la estabilidad que necesita (y merece).
Si estás irritado colabora en la creación de un huracán que limpie la atmósfera: hincha los pulmones, elige la dirección adecuada y ¡sopla fuerte! ¡desintoxícate!