Tauromaquia

S. ISIDRO 22: SEMANA 1… ¡¡SERÁ POR CUERNOS!!


El Juli acarició la Puerta Grande en la cuarta de San Isidro lidiada el pasado miércoles. FOTO:PLAZA 1

Fue irrumpir en el ruedo Calabrés de Montalvo y tener la sensación de que aquello iba en serio… y así fue. Porque la corrida tuvo estampa… lució trapío y alta exigencia brotó, por la sangre de sus venas. También se palpó el anuncio de una feria abundante en reses camino al matadero por edad reglamentaria y seguro, también, por ahorro empresarial.

Daniel Luque lideró un cartel donde su cotización no estaba compensada, puesto que López Simón y Álvaro Lorenzo no la tienen equiparable. Tuvo mérito su labor, sobre todo en su segundo, con la puesta en escena de una técnica que le permitió torear al que solo buscaba por dónde irse de la posible pelea. Y no recibió equidad del palco que le negó trofeo. Lo contrario pasó con Álvaro Lorenzo, que fue premiado por el arrojo de un final de faena, en el sexto, que le caló de pronostico reservado. López Simón sigue anclado en la insistencia de sus dudas y no pudo pasar de voluntarioso.

La novillada de Los Maños, de franciscana santacolomeña condición, que sí animaba a saltar al ruedo y por qué no, el intentarlo… tuvo el resultado del poner a la afición frente a la realidad de un escalafón de novilleros sin bagaje suficiente, en muy distintos grados, para estar en un ferial de tal calado. Y esto representó, curiosamente, una cornada con consecuencias al más placeado y preparado del cartel, el mexicano Gilio.

Palabras mayores la corrida de El Pilar…palabras mayores. Un corridón de asustar a medio escalafón, que desde la mitad para abajo es la que se puede enfrentar a ellos, porque no hay otra. Y a fe de que por encima de sus dos enemigos estuvo Javier Cortés. En el primero, Bastardero, un gran toro que sí puede tocar premio, por una valiente entrega con buen grado de técnica y reconocida calidad, del que obtuvo trofeo. Difícil el resto de las reses, que conllevó la exigencia de una apuesta para sus matadores, que solo se vio a ráfagas, a sabiendas de la imposibilidad de un triunfo de tan solo escala menor. Tomás Campos con su difuminada y parca labor y Fco José Espada, con arrimón, gran voluntad y un excesivo baldío tesón; no dejaron especial recuerdo.

La corrida de Conradi, fue de toros de lidia… con su solicitud de carnet, sus bonanzas y sus dificultades, a la que se le presumió posibilidades para una terna con dos conceptos diferentes, que, si había suerte, quedaría algo en la memoria del aficionado. Y Juli marcó diferencias, ante los esbozos técnicos de los demás, que no sirvieron ni para doblegar las exigencias de una gran corrida guapa de tipo, armada hasta los dientes y encarecida vendedora de su suerte. Morante, ante semejante panorama, recuperó las carencias de tiempos pasados y, salvo algunos detalles, acusó el fondo físico, la frescura de su toreo, la variedad del mismo y, sobre todo, las miradas cinqueñas que medían para asegurar su presa… Aguado, diluido entre un mar de dudas, no pudo ni supo alcanzar el perdón del tendido. Juli, sintió en sus carnes la justicia venteña de los años 70, cuando después de entregarse en cuerpo y alma en una bonita faena, a su buen primero, con gran fondo técnico y sus limitaciones estéticas, mató a la juliana manera de estocada trasera y desprendida; comprobando que, concedido el único trofeo, la plaza entera guardó los pañuelos…en la muy meritoria labor a su segundo al que le costo tiempo y esfuerzo doblegar, se vio la calidad de un veterano que puso todo su empeño y saber en una faena muy corta en lo bueno, pero excepcional en su remate. Sabedor de que la Puerta Grande solo se abriría dando muerte con ortodoxia… buscó su ejecución a sabiendas del riesgo; y salió cruz… pinchando arriba. Aquello recuperó la sabiduría de Las Ventas y ni   siquiera tuvo petición. Pero a cambio, dio una aclamada vuelta al ruedo, de esas de las de Madrid de antaño. Gran triunfo.

Si de cuernos va la cosa… la corrida de El Torero, puede marcar la diferencia, pues difícil puso el encontrar, en la feria, semejante dislate en la alimentación con piensos para su logro. Y si se le suma un severo descaste del ganado, pues tenemos lo mismo que vimos de esta ganadería en Resurreción del 2019 que lesionó fuerte a Pablo Aguado con el resultado de su operación posterior y que recortó su pasada temporada. Así que, cuesta mucho el decir que dos especialistas, con posibilidades de poder con todo, como Ferrera y Luque, no vieron oportunidad de hacer nada por salvar la tarde y casi su pellejo… en el único que se dejó, Gonzalo Caballero estuvo aguerrido con cierto mando y pundonor.

Volvió Talavante… después de que le retirase El Bombo; ese invento kafkiano de S. Casas, que casi todos adoraron como la única solución a la tauromaquia y que ahora ya nadie recuerda… pero el cartel, solo con Juan Ortega, era de Bombo… ante la dificultad de su justificación, tanto artística como ganadera; tal es la situación de Jandilla. Y para aún más, con toros a pocos meses del matadero reglamentario y… ¿quién es capaz de Justificar semejante desatino?, pues… el Bombo, Sr. Talavante. Que para compensar le puso en suerte el Vegahermosa de buena condición que le obligó a demostrar que retiene su estilo, su poderío y saber estar. No fue como para tirar cohetes, no… pero al menos para esperarle en tres tardes más. No como Juan Ortega… que solo tiene la que odia Madrid, gracias a su apoderado que organiza la feria. Cuatro verónicas y tres suertes de matar con estilo, buen tino y efectividad fue su labor positiva. El desconcierto y las dudas fue un lastre que desilusionó a todos. Y… solo le queda juampedros.

El Santo Patrón, lo celebró la empresa con la sustitución de Emilio de Justo por Álvaro Lorenzo… en el regreso de la ganadería de El Parralejo. Encierro con cierto interés por un juego a veces imprevisible, cierta nobleza y algo de casta. Ginés Marín probó la incertidumbre de su primero, con una cornada que le atravesó el muslo pero que le encumbró en héroe, al aguantar sangrando, hasta matar a su oponente, sin las alharacas de los torniquetes de turno. Curro Díaz estuvo en su estilo, que tanto agrada, si no se abusara de los redondos rematándolos en noria. Eso no ocurrió en el destartalado sexto que resultó colaborador, consiguiendo un trofeo que se llevaron las mulillas. Y Álvaro Lorenzo superó su anterior tarde, con finura en el capote y castellana muleta usada con sobrio arte, sobre todo en su segundo. Siendo premiado con trofeo sin dilación del palco.  

LA PROBLEMÁTICA ADJUDICACIÓN DE LAS CRUCES
Un pliego taurino para el día de San Anselmo…