En la diócesis, junto a sucesivos obispos, pero especialmente con don Laureano Castán Lacoma, cumplió misiones de “mano derecha”, y en la política social de la Dictadura se ofreció a aportar a nivel local todos los medios para mejorar la calidad de vida de los estratos más desfavorecidos de la sociedad. Guarderías, viviendas sociales, ocio activo, formación y cultura… por muchos todavía vivos es recordado don Mariano. A muchos aún se les aparecerá en la memoria, viéndle venir, por el entorno de Santa María, sonriente siempre, enorme, impetuoso, con una carpeta entre las manos, escuchando a quienes se le acercan, preparando alguna movida o enfrascado en los problemas de alguna obra.
Mariano Moreno, sacerdote diocesano, fue de esos personajes que dejan huella. Dinámico promotor de la construcción en el Barrio del Alamín, de los hogares promovidos por el Patronato de Viviendas de Nuestra Señora de la Antigua, en lo que hoy son las calles Cáceres, Alamín y Avenida de Burgos. Toda su acción se cimentó en un interés social –desde la Fe y el empeño cristiano de ayudar a los débiles– muy en la línea de lo que la Iglesia Católica ha ido haciendo desde el pontificado de León XIII.
El libro presenta el relato lineal de la vida del protagonista, que va desde una infancia feliz en un pueblo de la Alcarria (Romancos) hasta la inesperada pero amable muerte en Guadalajara, ocupa 80 años de la vida de un hombre al que conviene recordar, porque fue un ejemplo de “homo auxiliator”. Con un lenguaje muy movido, en conversación permanente, describiendo pueblos, plazales y suburbios, esta novela desvela la vida de don Mariano Moreno Pastor(1913-1994) que habrá quedado en la memoria agradecida de muchos, y en el emocionado relato literario de Ángel Taravillo.