La Asociación Hispania Nostra ya incluyó en junio del año pasado a este poblado de Villaflores, situado a 5 kilómetros de Guadalajara, en su Lista Roja del Patrimonio por el riesgo de derrumbe que presentaba, pero de poco sirvió la advertencia.
Este conjunto arquitectónico de titularidad municipal fue diseñado en 1888 por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco para la Duquesa de Sevillano y a finales de los ochenta dejó de tener uso agrícola, entrando en estado de abandono y deterioro. Cuando en 2002 se recalificaron los terrenos de esa zona para construir a la Estación del AVE, Reyal Urbis empresa responsable de la urbanización del sector, se comprometía a rehabilitar todos los edificios de Villaflores y entregárselos al Ayuntamiento convertidos en un parque temático, compromiso que nunca ejecutó pero que tiene como aval depositado de garantía más de 3.700.000 euros. El Ayuntamiento ya denegó en 2013 la prórroga a reyal urbis y en mayo de 2014 se inició el expediente para la protección del poblado.
El Poblado de Villaflores se encuentra en el actual término municipal de Guadalajara, pero antaño fue término de Iriépal y de hecho este municipio se llamó asídurante los siglos XVII y XVIII. Es un conjunto de edificaciones y espacios constituyentes de una explotación agraria y ganadera, que en los últimos años del siglo XIX fue ordenada construir por su propietaria la condesa de la Vega del Pozo.
Según refleja el cronista provincial, Antonio Herrera Casado, el poblado consta fundamentalmente de un gran edificio central, con corrales, graneros, amplio patio, cuadras, etc; una capilla minúscula precedida de cementerio; una serie de viviendas adosadas, de dos pisos; un palomar gigantesco, cilíndrico, ya entre los campos de mieses, y un par de grandes pozos con norias para extraer el agua con abrevaderos adjuntos para el ganado. También existen diversos almacenes, una caseta junto a la carretera y una entrada subterránea a un espacio hoy derrumbado de uso incierto, quizás bodega. Los edificios, que antes eran grandiosos, alternan el ladrillo con el sillarejo calizo, diseñados por la mano del arquitecto Velázquez Bosco, autor también del colegio de las Adoratrices, con su Panteón, su iglesia y sus edificios principales.
El edificio central es de proporciones inmensas. Su frente está formado por gran portalón rematado en cuerpo con el nombre del poblado, el escudo de la familia, el año de la construcción (1887) un reloj y un campanil, y a ambos lados aparecen cinco ventanales por lado, con frisos de ladrillo y segunda línea en lo alto de ventanas más pequeñas. Frente al edificio, una gran espacio empedrado apto para la trilla y faenas agrícolas.
De los otros edificios que forman el interesante conjunto de Villaflores, destacan la pequeña iglesia o capilla, con un cuerpo avanzado en el que se abre la puerta semicircular, y un cuerpo alto en cuyo frente se adosan anchas pilastras de ladrillo sosteniendo gran friso y frontón con labores finas de ladrillo. Arriba un alto campanil.
Y el palomar de planta circular, con alta basa de piedra, el ladrillo y el sillarejo alternan, con algunos detalles de cerámica.