Un alegato por el "guadalajarismo"

Un alegato por el "guadalajarismo"

Un precioso alegato al "guadalajarismo" cargado de razones por un periodista que siente y ama Guadalajara, Antonio Herráiz. Así fue el pregón de las Ferias y Fiestas de Guadalajara 2017 que ayer llenó el teatro Buero vallejo, dando el psitoletazo de salida para un programa, que como se encargaba de recordar el alcado, Antonio Román, viene cargado con más de 200 acto spara los próximos diez días.

Herraíz habñó desde el corazón de sus pasiones, pero también reivindicó una acción práctica y desde la cercanía contra el despoblamiento rural, o denunció el lamentable estado de los embalses de la cabecera del Tajo, usando las palabras de José Luis Sampedro como hilo conductor de este bonito pregón.

PREGÓN FIESTAS GUADALAJARA 2017

Alcalde, concejales, autoridades, vecinos, amigos, buenas noches.

Es domingo y Shannon se ha levantado tarde. La noche anterior se ha alargado en una despedida en Brihuega, en un sitio que llaman los Quiñoneros. Este Shannon no vuelve de la Segunda Guerra Mundial ni tampoco de la ganchería, donde las migas eran la comida casi diaria. Entre gancheros, sólo hay olivas, cebollas y bacalao crudo. En cambio, en ese templo de la cocina, visitado y recitado por Camilo José Cela, vuelve a redescubrir una empanada de bonito que no la mejoran en ningún lugar del mundo, un queso  frito  en  su  punto  y  sazón  y  unas  croquetas

Es domingo y en el Alto Tajo a Shannon le espera el Americano. En la sierra todo está dispuesto, "todo estaba dispuesto, aunque nadie lo supiera, porque la vida no avisa"; ponen como testigo a pinares, sabinas y también a ese río bravo que se ha labrado a la fuerza un desfiladero en la roca viva. Este Americano, al igual que el Francisco de

El río que nos lleva  no es el maestre del río pero sí el mando del grupo, como el cuadrillero que guía al primer equipo de toda la maderada, el que prepara los adobos para salvar los obstáculos. Aquí no hay impedimentos que valgan y sí el compromiso con una ciudad, con Guadalajara, y con sus gentes.

El Americano reitera el ofrecimiento del maestre, un pregón envuelto en papel de regalo, para el que no debe de haber renuncia, aunque este Shannon sea consciente de que hay
guadalajareños con muchos más méritos que él.

Es domingo y en el año del centenario del nacimiento de José Luis Sampedro todo comienza en el Alto Tajo, en Armallones, casi a los pies del Hundido, con olor a resina, matas aromáticas y a pinocha, y en medio de una naturaleza salvaje y agresiva. El libro que retrata una comarca sin límites ni fronteras, vuelve a la mesilla y al lector le gustaría ser Shannon y adentrarse también en el bosque y en el río, abrir las puertas de la tierra más profunda y vivir una aventura, preferiblemente, sin metáforas. Y, por encima de todo, le gustaría ser Shannon en la búsqueda de la autenticidad y de la dignidad humana.

Siempre me he preguntado cómo sería hoy para José Luis Sampedro El río que nos lleva, en el mismo eje espacial del río Tajo pero 70 años después del momento en el que el escritor  sitúa  el  libro  que  mejor  ha  retratado  aquella
comarca. Fue la última maderada y, definitivamente, desaparecieron los gancheros. Con ellos se nos fue un oficio y también una forma de vida de "los hombres más enteros, más íntegros y más humanamente hombres" que conoció el autor. Recordando a estos pastores de bosques flotantes podemos comprender un poco más de dónde venimos y quizá también hacia dónde vamos.

70 años después, aquella zona convertida en Parque Natural guarda una virginidad excitante y conserva su fuerza telúrica, pero arrastra el problema ya reflejado por Sampedro y agrandado con el paso de los años. Los pueblos de la serranía, del señorío, de las alcarrias se están muriendo dejando la provincia en una simple división alejada de las cuatro comarcas tradicionales: la capital y el corredor del Henares, y luego el resto.

Ahora a los periodistas nos ha dado por hablar de la Siberia española, de Laponia y no sé cuántos tópicos más que repetimos como un mantra sin bajar al barro, sin analizar situaciones reales con soluciones concretas, algunas complejas y otras al alcance de la mano. Porque cuando cogemos la linde, la linde se acaba y... el periodista sigue. Los que mandan, los que mandáis tendréis que pisar más el terreno si es que queremos evitar que la mayoría de los pueblos de Guadalajara sigan agonizando hasta pronunciar el último suspiro.

La historia de Roy Shannon empezó en el Alto Tajo, junto al campo de aviación de Zaorejas, donde iba camino de Malina de Aragón huyendo del protagonismo que les esperaba a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Lo que realmente buscaba este soldado irlandés, era encontrarse a sí mismo y con los demás: "Por eso/ lo que quiero respirar para salvarme/ es la dignidad humana". Y este otro Shannon, con muchas menos pretensiones, abre allí su recorrido hasta la capital de todas las guada/aja ras, por una cuestión geográfica, de localización puntual, y, a la vez, convencido de que nuestras Ferias y Fiestas no serían lo   que   son   sin   las   gentes   de   la   provincia,   que
complementan a los de la ciudad que les acoge en un acto de comunión casi indisoluble. Y aquí también todo está dispuesto, aunque nadie lo supiera porque la vida no avisa. En fiestas, más que en ningún otro periodo, hay que dejar que pase lo que tiene que pasar.

En un recorrido por los límites de esta Guadalajara nuestra, llego hasta aquí después de compartir pregones en varios pueblos de la provincia. La mayoría fueron por  colleras, mano a  mano con Javier Borobia; aunque    Borobia    me cediera la voz y el alma, su inagotable pluma estaba detrás, estampada casi siempre sobre una servilleta mientras compartíamos una copa de vino. Como en Taracena, "un pueblo de adobes, un  pueblo de color gris claro, ceniciento". Y allí me sentí cerro entre los del Águila y la Peña Hueva. Después me asomé al imponente balcón de Alocén, entonces con más agua que ahora, donde encontramos un embalse esquilmado casi hasta la última gota.   

Paré en Yebra para compartir mucho  más que un pregón,  porque los  afectos  están  por encima  de  los discursos. Luego pasé por Aranzueque y  sus vegas celebrando a Santo Domingo de Gúzman y en Fuentonovilla me travestí de picota con sus cuatro grandes carátulas y cabezas  leoninas.  En  Pastrana no hubo necesidad  de quitarse el parche porque nadie lo lleva, nadie es forastero en un pueblo abierto a todos.  El penúltimo  fue en Yunquera, cuna también de los Mendoza, en el gran patio de su palacio, donde ya no hay la nobleza de título pero sí de corazón, en uno de los pueblos donde sus gentes llevan la generosidad por bandera.

Hoy en la capital de todas las guadalajaras, me vuelvo a reencontrar con todos los pregones anteriores en la víspera de la patrona, de la Virgen de la Antigua, que es el gran motivo de estas Fiestas. Mañana miles de guadalajareños, centrarán en ella su mirada cómplice, se verán ojos humedecidos a su paso, con peticiones y también agradecimientos a la gran reina de Guadalajara.

Y en esas uno recuerda al Roy Shannon de Sampedro mirando por un ventanillo enrejado a la Virgen de los Santos, en su ermita del monasterio de Buenafuente, buscando su yo bajo una espiritualidad que puede llegar a chocar a primera vista. El soldado irlandés, curtido en una guerra, intelectual sumado a la ganchería , reconoce a la mujer que cambió su rumbo, reconoce a Paula que "a todos nos hace falta rezar porque todo tiene remedio". Con apenas días, a este otro Shannon le pasaron bajo el manto protector de la Virgen de la Antigua, alcaldesa perpetua de esta muy noble y muy leal ciudad de Guadalajara, y a la que tantas tardes confesó sus anhelos y sus dudas en la novena en la concatedral de Santa María de la Fuente La Mayor. Después vinieron otros, pero cuando uno acudía con pantalón corto y calcetines hasta casi las rodillas, aquellas ceremonias las conducía el entonces párroco del santuario de la virgen, don Herminio. Con el paso de los años,intentéencontrar similitudes con el cura de Oterón, el primer pueblo imaginario de El Río que nos lleva. Y salvo en lacontundencia  y  la  vehemencia  de  sus  palabras,  aquel,Herminio y el Angel Ponce de Sampedro, interpretado conbrillantez por Fernando Fernán Gómez en la película de Antonio del Real, no se parecen absolutamente en nada.

Por cierto, el de Guadalajara era del Alamín, donde canta la ronda que nacen los toreros.

Este es el inicio, y a partir de aquí el agua brava desemboca en las fiestas. En ese río que nos lleva y que nos devuelve a la vida misma, sin artificios, sin pose que valga, aparece Sotondo; es el tercer pueblo imaginario que se inventa Sampedro y que sitúa entre Azañón y Trillo. Sotondo nos acerca al mundo de los toros aunque sea con una corrida grotesca. Decía Ortega y Gasset que "la historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda". La mía está intrínsecamente ligada a esta Fiesta, casi desde la cuna, en otro de los orígenes de todo, en ese balcón de un río coqueto que es el Ungría. Allí, en Fuentes de la Alcarria, en una plaza de carros, que luego sería de remolques, toreó por primera vez el que probablemente es el mejor torero que ha dado Guadalajara, Julián Saiz Saleri II, matador de la denominada "Edad de oro" del toreo", el periodo más importante de la tauromaquia con Joselito El Gallo y Belmonte. Y allí nació mi interés por este arte, de la mano de mi abuelo Martín, con el que tantas veces fui primero a Brihuega y después a la plaza de toros de Guadalajara. Siempre con la bota de vino llena antes de entrar, vacía al salir, y acompañada de pan y navaja, el título pensado en un principio para El río que nos lleva.

Hace tiempo que estoy buscando emocionarme de nuevo con la misma intensidad con la que lo he hecho tantas veces ante algo tremendamente plástico, terriblemente bello. Y quiero volver a emocionarme sin tener que recurrir
a Larca, ni Alberti, ni tampoco a Ortega, a Chaves Nogales o a Gerardo Diego. Ni siquiera a mi abuelo Martín.

Algo que consiga apaciguar las contradicciones a las que nos están sometiendo los que desprecian esta fiesta, los que la ignoran y los que desde el mismo sector se están aprovechando de manera egoísta hasta que la vaca deje de dar leche.

No es un año más en la Feria Taurina de Guadalajara. No es un año más porque el vacío es irremplazable.
iQue no quiero verla!

Dile a la luna que venga, que no quiero ver la sangre de Iván sobre la arena.
iQue no quiero verla!

La luna de par en par, caballo de nubes quietas, y la plaza gris del sueño con sauces en las barreras
iQue no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema. iA visad a losjazmines
con su blancura pequeña! iQue no quiero verla!

Guadalajara ha quedado huérfana.Iván jamás renunció a sus orígenes vascos, habría sido de necios hacerlo, pero fue agradecido hasta el final con la tierra que le acogió con todo el cariño que esta sobria Castilla es capaz. La mejor manera de honrar su memoria, además del homenaje que le va a tributar el Ayuntamiento, no es otra que acudir a los toros en su plaza, por la que tanto dio, en un claro compromiso con la ciudad y la provincia que le acogió. Lo demostró en tantas y tantas tardes... En la retina la encerrona con los Jandilla o el mano a mano con Sebastián Castella. MuertoIván, pervive Fandiño y su memoria, aunque su historia haya quedado incompleta. Dejemos que cante Miguel Hernández.

Alza/ toro de España: levántate/ despierta. Despiértate del todo/ toro de negra espuma/ que respiras la luz y rezumas la sombra/ y concentras los mares bajo tu piel cerrada. Despiértate.

Aficionados a los toros o a algunas tardes de toros, a ciertos toreros y a un puñado de instantes.Incluso los que van a mirar o a ser mirados. No dejen de acudir. Sin prejuicios. Y los que sepan de esto, que lo compartan. Porque como decía Víctor Barrio, "la tauromaquia no hay que defenderla, hay que enseñarla". Sobre todo a las nuevas generaciones a las que están privando de acercarse, como escribió Federico García Larca, "a la Fiesta más culta que hay en el mundo".

En todas sus vertientes, también en la de los encierros, que uno ve ahora en la distancia, detrás de la barrera o en el tendido, pero que en su momento, fue capaz de ponerse en el recorrido y ver la cara de los toros, con todo el temple que permitía el miedo y las condiciones físicas. Y a los que no compartan nada de esto, respeto mutuo porque la libertad, querido Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos.

Ahora toca coger el programa de Fiestas y exprimirlo hasta la última gota. El paso del tiempo y las circunstancias de cada uno hacen que se tenga que cambiar las verbenas nocturnas hasta altas horas por la centenaria comparsa de gigantes y cabezudos. Quién me iba a decir a mí que iba a acabar corriendo, como hiciera siendo niño, delante del Mañico o del Bandolero y contemplando a la Princesa de Éboli, al chino y a Moctezuma y la india Malinche. Quién me iba a decir que iba a dejar de alargar la noche hasta llegar al encierro e interesarme por los títeres y el teatro infantil en el Palacio delInfantado. Cambiar el festival Gigante de noche por el de día en Santo Domingo y encima sin llegar a Bardales. Cambiar las barras de las peñas por el tren de la bruja. Lo que no admite cambio es el vermú en San Roque o en la Concordia con los de Nipace, ni los conciertos, ni las charangas, ni la música en todas sus vertientes; cómo no, también la folk, porque como canta mi querido José Antonio Alonso "en agosto y en septiembre te lo tienes que
pensar. Hay fiestas en todas partes también en la capital. Echate el botillo al hombro y una flor en el ojal".

Hay algo que se puede hacer durante todo el año pero que en ferias cobra especial relevancia por el número de visitantes que quieren disfrutar con nosotros. Y no es otra cosa que reivindicar algo tan sencillo y tan complicado para algunos como es el guadalajeriñismo. Guadalajara es una ciudad que se inventa y se reinventa, con mucho por descubrir. Bien haríamos en cambiar ese tono plañidero que nos invade a menudo por una actitud que nos lleve a presumir de ciudad, más aún en ferias. Y todo también para que ella se quiera a sí misma, si quiera un poco.

Y, como el de Los Ángeles, yo también veo amigos dándose la mano, diciendo qué tal estás, y en realidad están diciendo "Te quiero". Y como Sinatra, me digo a mí mismo. Qué mundo tan maravilloso. What a wonderful world. Más aún en fiestas, más incluso en ferias. Disfrutad, paisanos. Sé que lo vais a hacer, cada uno a vuestra manera. Y si puede ser con las claves del mendocinismo: estilo y sigilo.
iViva la Virgen de la Antigua! iViva Guadalajara!

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