Los visitantes de zonas naturales tienen en sus manos el poder de proteger a los animales también de otra manera: siendo muy conscientes de que los desechos y la basura que se dejan atrás después de un día de campo pueden acabar con la vida de muchos seres vivos y hacer de su hábitat un lugar repleto de peligros.
Basta recordar quena sola bolsa de plástico tarda 150 años en comenzar a degradarse y una botella de plástico entre 100 y 1.000 años. Algunas pueden quedan intactas durante cuatro siglos.
Muchos animales sufren y mueren como consecuencia de la presencia de estos desechos en su medio. En algunos casos los residuos plásticos atraviesan el intestino de los animales sin hacerles demasiado daño. Otras veces resultan letales: los trozos de basura obstruyen la garganta o el tracto digestivo causando la muerte por inanición o malnutrición. La basura se puede acumular en la tripa y provocar a los animales la falsa sensación de saciedad. Éstos dejan de comer y fallecen lentamente de hambre.