La noticia la desvelaba hoy el diario El Pais, dentro de sus reportajes de investigación que viene publicando sobre la pederastia en la Iglesia: Un monje agustino condenado por abuso de menores a tres años de cárcel en 2012, ha sido recolocado de nuevo como párroco en 24 localidades de Guadalajara, en la zona de Molina de Aragón, tras salir de prisión en 2015.
En un primer momento, en octubre de 2015, este agustino fue nombrado párroco de seis localidades: Mazarete, Anchuela del Campo, Anquela del Ducado, Establés, Tobillos y Turmiel. En julio de 2016 se ampliaron sus competencias. Fue nombrado párroco in solidum (junto a otros sacerdotes) de Aldehuela, Anchuela del Pedregal, Anquela del Pedregal, Arangocillo, Canales de Molina, Castellar de la Muela, Chera, Herrería, Otilla, Pradilla, Prados Redondos, Rillo de Gallo, Selas, Tordelpalo, Torrecuadrada de Molina, Torremocha del Pinar y Torremochuela. También fue designado vicario parroquial de las iglesias de Santa María la Mayor de San Gil y de San Martín, en Molina de Aragón. En esta localidad también es capellán del monasterio de las Clarisas.
Según explica El País Celso García fue denunciado en 2010 por tres menores de 11 y 12 años de la escolanía del monasterio de El Escorial, donde era profesor. Tras cumplir su condena, García está ejerciendo como sacerdote en numerosos pueblos, sin ninguna cautela especial, desde octubre de 2015. García reside en una de estas localidades.
Y el rotativo cita a un portavoz de los agustinos que justifica la decisión porque “ha cumplido su deuda con la ley y la justicia” y que “está totalmente fuera del contacto con menores, porque son pueblos muy pequeños solo con población anciana”, algo que el rotativo contrapone con testimonios de algunos vecinos de Mazarete a los que el párroco ha causado extrañeza, porque en las misas en verano cuando hace subir a los niños al altar para acompañarle en la ceremonia y les deja darse la comunión unos a otros, una práctica irregular. Los vecinos consultados no sabían nada de los antecedentes del religioso.
El obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez, no ha querido responder a las preguntas de El Paíssobre el caso. Entre éstas por qué aceptó el obispo a este religioso en una parroquia dado que, según las propias directrices de la diócesis, exige a todos los sacerdotes un certificado de falta de antecedentes de delitos sexuales.